- Mi señor, solo soy uno más en mi pueblo, quizás sobresalga por mi habilidad con el arco, pero en el resto de mi no hay nada especial.
- Aun así el mago me habló de ti y de que te buscara por las tierras de los Medianos en caso de gran necesidad. No llegó a decirme el motivo, pero me aseguró que puedes aportar gran ayuda en estos días si al final se vuelven más oscuros. Y ¡heme aquí la sorpresa! en vez de buscarte te presentas a las puertas de mi casa.
- Fuimos atacados por Nazgûl en las fronteras de La Comarca. Nuestro capitán, Halbarad, partió pocos días atrás y nos encontrábamos desorientados y sin órdenes. Decidí por mi cuenta venir en busca de consejo, ya que Mithrandir también me aconsejó venir en vuestra búsqueda en caso de gran necesidad.
- Vaya, parece que el viejo mago siempre anda tejiendo sus artimañas. Ya que estas aquí, ¿qué puedo hacer por vosotros?
- Sólo dadnos órdenes y enviadnos a donde seamos útiles. Mis compañeros y yo somos gente de batalla, quedarnos quietos en ciudad reconforta, pero demasiado tiempo nos hace inquietar. ¿Volvemos a La Comarca?
- No. Dudo que esas tierras sigan estando en peligro. Ahora el mal tiene fijo su mente en otras tierras. El pueblo de los Hombres os necesita más que los Medianos. Halbarad estuvo aquí hace pocos días y estuvimos hablando.
- ¿Halbarad? ¿Qué noticias tenéis de él?
- Partió el mismo día que vosotros llegasteis, se encaminó a Lothlorien. La Dama del Bosque le requería. Después volverá, quiere reunir a cuantos de los vuestros le sea posible para partir al sur.
- ¿Debemos partir al sur entonces?
- No creo que se demore mucho en su vuelta. Me tranquilizaría más que os quedarais aquí y que os encuentre a su regreso. Salir hacia el sur ahora puede hacer que no os encontréis por el camino y su búsqueda se prolongue. Sin embargo, también me gustaría poder contactar con el pueblo de Rohan. Necesito tener noticias de Theoden y comprobar el estado de su reino, el mal le acechará dentro de poco.
- Partiremos entonces hacia Rohan, si así nos lo ordenáis.
- Partid, pero sólo tu y dos compañeros tuyos, a tu elección. Un pequeño grupo pasará más desapercibido. Pasaros mañana al amanecer por aquí y os daré las instrucciones y el mensaje que quiero enviar. El resto haz que se queden en Rivendel. Serán bien acogidos y dentro de poco vuestro capitán regresará con noticias.
- Así se hará, muchas gracias mi señor. Si no necesitáis nada más de mí, iré a dar la noticia a mi gente.
- Esperad, me tiene en gran curiosidad saber que tipo de ayuda especial puedes ofrecerme, tal como me dijo Gandalf.
- Tomadme en serio cuando os digo que yo mismo me he sorprendido cuando me habéis contado las palabras del mago. – Mentí, o al menos eso creo. Intuía que algo tenia que ver con la palantir, si no ¿por qué iba Gandalf a hablarle de mi al Señor de los elfos? Si él mismo no la había mentado, no iba a ser yo menos, sobretodo cuando no percibía ese gran momento de ayuda todavía.
A la mañana siguiente, tal y como me habían ordenado, pasé por la habitación de Elrond junto con Adnor y Natnos, los que elegí mis compañeros. El resto se quedarían esperando a Halbarad. Elrond nos indicó el camino a tomar, nos aprovisionó con víveres y ropaje y nos entregó un sobre lacrado con un mensaje para el rey Theoden. Así fue como partimos hacia el sur.
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