7.10.08

De mi llegada a Rivendel y mi conversación con Elrond (I)

26 de febrero del 3.019 de la TE

- Esta zona del Anduin es perfecta para descansar – mi compañero Adnor estaba realmente cansado y cualquier zona le parecería perfecta.
- No está mal, pero ahí algo en el ambiente que no me acaba de gustar – exclamé mientras echaba una ojeada a lo largo del río.

Viajaba en compañía de dos amigos, Adnor y Natnos. Los tres habíamos montado guardia en La Comarca desde mediados del 3.017 hasta que el 23 de septiembre del pasado año unos jinetes negros se adentraron en nuestras tierras y acabaron expulsándonos. Unos pocos volvimos a Rivendel en busca de consejo y nuevas órdenes, ya que Halbarad, nuestro capitán, partió poco tiempo atrás sin decirnos el motivo de su viaje.

Una vez en la casa de Elrond fuimos acogidos con amabilidad. La noche siguiente a nuestra llegada, y mientras conversábamos con un viejo hobbit, un elfo de la guardia nos invitó a acompañarlo. Éramos ocho los que nos encontrábamos en ese momento en la ciudad élfica, pero al llegar a las puertas de una estancia el guardia se volvió y nos espetó:

- Sólo aquél a quien llamáis El Extraño puede pasar. Orden del propio Elrond.
- ¿Y por que Athalas tiene ese privilegio? – acabó hablando Esbolel, después de estar unos segundos mirándonos fijamente entre todos.
- Orden directa del propio Elrond – se limitó a responder el elfo.

Aquella audiencia privada no me agradaba, pero si el Señor de los elfos quería verme sólo a mi, algo debía ocurrir, ya que nunca tuve el honor de conocerlo en persona y dudaba mucho que él supiera siquiera mi nombre.

- Tranquilos, todo va bien. Entraré yo solo, esperadme cerca.

El elfo esperó a que mis compañeros se retiraran un poco para acercarse a la puerta y decir unas palabras en su lengua. Desde el otro lado se escuchó un pequeño cruce de palabras entre las que pude identificar mi nombre.La puerta se abrió. Elrond, sentado en un gran sillón, se levantó al verme y me invitó a acercarme a una mesa.

- Debes de ser alguien muy valioso, Athalas, hijo de Eguilior, para que Gandalf te tenga en tan buena estima.

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