5.10.08

De cómo supe mi identidad y del comienzo de mi verdadera aventura.

A los pocos días había quedado con Faramir y me quedé dormido. Mi madre me despertó, mi compañero de aventuras había preguntado en casa por mí y ella le hizo entrar. Estuvimos un rato charlando en mi habitación mientras me preparaba cuando escuché que otra persona entraba en mi casa. Tenia la voz de un anciano, pero tenia fuerza y había algo en ella que animaba los corazones. A Faramir se le abrieron los ojos al oír al anciano y salio corriendo de mi habitación:

- ¡Mithrandir! – exclamo Faramir al verle – ¿Que hacéis aquí?
- ¡Joven hijo del senescal! No me imaginaba encontrarte por esta casa.
- Es la casa de mi amigo Athalas – dijo Faramir mientras yo salía de mi habitación tímidamente y miraba toda la escena estupefacto.
- Gandalf, este es mi hijo Athalas - rompió a hablar mi padre - Ya que hemos podido reunirnos aquí me gustaría comentarte cierto asunto.

Gandalf había venido a visitar a mi padre para informarle de la situación en La Comarca y de la necesidad de mantener vigilancia en esas tierras. No venia a pedirle que fuera él personalmente, pero el viejo mago se sentiría más tranquilo si así lo hiciera. Aprovechando que yo estaba en casa aun y que me encontré con ellos, mi padre decidió hablarle de la palantir. Con el paso del tiempo y mi madurez empezaría a entender correctamente todo lo que aconteció en esos días. Mi padre no quería revelar a nadie el hallazgo de la piedra de Osgiliath, pretendía utilizarla para el bien de los Montaraces y preservarla en secreto. No puedo entender que razón le llevaría a semejante acto de egoísmo, pero el poder es un arma que corrompe. Al menos supo reaccionar a tiempo y decidió contarle a Gandalf todo lo que ocurrió esa tarde en el río.

Nos sentamos a la mesa Gandalf, mi padre y yo. Faramir se quedó de pie y una mirada de mi padre le hizo comprender que tenía que marcharse. Pero el mago le retuvo, me miró a los ojos y le dijo a mi padre:

- Deja que se quede, es buen chico, mucho mejor de lo que aparenta y de todas maneras, tu pequeño Dúnadan se lo contará en cuanto estén a solas.

Esa pequeña intervención me hizo erizar la piel por dos motivos: porque me leyó el pensamiento y porque me llamo Dúnadan. No pude prestarle mayor importancia porque enseguida apareció mi madre con la esfera de cristal para mostrársela a Gandalf y empezamos una larga conversación sobre lo ocurrido, mis visiones y futuros planes de viajes.

La conversación con Gandalf duró hasta bien entrada la noche y al partir insistió en acompañar a Faramir a su casa con el pretexto de querer visitar a su padre, pero en realidad lo que quería el mago era asegurarse de que no soltara palabra de lo que había oído. En la mente de aquel muchacho de 18 años se habían introducido cosas nuevas como el hallazgo de la palantir de la tierra que en un futuro debería defender y que yo defendería con él, el crecimiento del poder de Sauron, la posible traición de Saruman y la necesidad de montaraces en el norte. Mi madre no habló en todo el día, pero en este último tema intervino para rogar al mago que no le pidiera a su marido que partiera a esas tierras, al menos no todavía, que no había recuperado todas sus fuerzas. Y a ese acuerdo llegaron. Mi padre partió a principios del año 3.001 de la TE hacia La Comarca junto con un pequeño destacamento de los suyos, dejando a su compañero Beler al cargo de los que se quedaban al sur.

Respecto a la palantir, Gandalf decidió que se quedara en mi casa, a salvo. Si era verdad lo que yo había visto, el poder de Sauron se estaba volviendo cada más fuerte si había conseguido utilizar una de las piedras. Por suerte, o por desgracia, la palantir de Osgiliath era una de las grandes y podía intervenir en las conversaciones que se mantuvieran entre las piedras pequeñas, cosa que ocurrió en mi presencia al hallarla en el río.

Desgraciadamente mi padre no sobrevivió a un ataque de trasgos al intentar cruzar el Paso de Rohan y antes de que finalizara la primavera de aquel año me fue revelado todo cuanto soy. Y heme aquí, Athalas El Extraño, hijo de Eguilior, perteneciente al pueblo de los Dúnedain, a mediados de febrero del año 3.019 de la TE, buscando el camino a casa cerca de los Saltos de Rauros después de haber montado guardia en La Comarca durante años y haber sido expulsado junto a algunos compañeros míos por un ataque de los jinetes negros en las fronteras de las tierras hobbits.

No hay comentarios: